Por culpa del descuido de los turistas que no cuidaban bien el monumento, el autor tuvo que quitarlo para restaurarlo. El viernes se espera que vuelva a la glorieta de Los Juglares. Desde que se instaló la escultura de Diomedes Díaz en Valledupar, en mayo del año pasado, los seguidores del cantante han criticado la actitud de algunas personas que se sientan encima del monumento, se toman fotos obscenas y otros que han intentado robar el diente, que simula ser un diamante.
Por culpa del descuido de los turistas que no cuidaban bien el monumento, el autor tuvo que quitarlo para restaurarlo. El viernes se espera que vuelva a la glorieta de Los Juglares.
Desde que se instaló la escultura de Diomedes Díaz en Valledupar, en mayo del año pasado, los seguidores del cantante han criticado la actitud de algunas personas que se sientan encima del monumento, se toman fotos obscenas y otros que han intentado robar el diente, que simula ser un diamante.
Lo cierto es que la escultura, que recibe alrededor de 2 mil visitantes diarios, se ha deteriorado de una forma acelerada. Perdió gran parte de la pintura y el lunes le robaron una medalla. La Policía, incluso, llegó a custodiar al “Cacique de la junta” desde las 7a.m. hasta las 11p.m.
El artista plástico John Peñaloza, autor de la obra, dijo hace unos meses que “es una de las esculturas más visitadas en América Latina porque permite al púbico interactuar con ella, tiene una estructura metálica diseñada para soportar todas esas cosas que están pasando; pero el recubrimiento de la superficie, que es una pintura especial, tiene el riesgo de que con tanto roce, con tanta sobadera, se va deteriorando y toca hacerle mantenimiento preventivo cada dos años”.
Este martes, la escultura, que pesa 200 kilos, tuvo que ser desmontada finalmente sin cumplir aún los dos años. El proceso de restauración durará cuatro días y se espera que el viernes vuelva a la glorieta Los Juglares. Tendrá que ser pintada en su totalidad y le colocarán otra medalla, ya que la original fue robada. Era de fantasía pero, por el brillo de la pintura, los ladrones seguro creyeron que era de gran valor.
Envía: El Espectador.