En Jardines del Ecce Homo, el camposanto de la ciudad de los Santos Reyes del valle del Cacique Upar, donde reposan los restos mortales de destacados artistas de la música vallenata, como el acordeonero Nicolás Elías “Colacho” Mendoza, y del joven cantante de la llamada nueva ola Kaleth Morales Troya, la tumba más visitada es la de Diomedes Díaz Maestre, la cual se ha convertido en sitio de peregrinación de propios y forasteros, quienes inmediatamente llegan al cementerio buscan afanosos a un costado de la primera salida, lugar donde se encuentra la tumba del ”El Cacique de La Junta”, acompañado con los de su padre Rafael María Díaz.
Por: Jairo Soto Hernández - En Jardines del Ecce Homo, el camposanto de la ciudad de los Santos Reyes del valle del Cacique Upar, donde reposan los restos mortales de destacados artistas de la música vallenata, como el acordeonero Nicolás Elías “Colacho” Mendoza, y del joven cantante de la llamada nueva ola Kaleth Morales Troya, la tumba más visitada es la de Diomedes Díaz Maestre, la cual se ha convertido en sitio de peregrinación de propios y forasteros, quienes inmediatamente llegan al cementerio buscan afanosos a un costado de la primera salida, lugar donde se encuentra la tumba del ”El Cacique de La Junta”, acompañado con los de su padre Rafael María Díaz.
Los visitantes, sin distingo de sexo o edad, siempre encuentran la tumba impecablemente adornada, con flores naturales de variados colores, dispuestas en cada uno de los floreros, al igual que la lápida en forma de libro en la cual se pueden leer los nombres de quienes allí descansan en paz, y en donde sobresale la leyenda: “el día que se acabe mi vida les dejo mi canto y mi fama”.
Esos cuidados están a cargo de Jorge Hernández, un diomedista que madruga todos los días, en un ritual de admiración y cariño con el artista del pueblo. Jorge, comparte su profesión de fotógrafo con el cuidado de la tumba de Diomedes Díaz. “(…) esto lo hago, porque me nace del corazón, aquí me paso el día, soy el vigilante de la tumba de Diomedes, porque hay personas que llegan a tomarse fotografías arriba de la lápida y la idea es cuidarla, que las personas la cuiden, la respeten”.
La música del ídolo, no para de sonar, Jorge Hernández, también se encarga que todo el día en la tumba suenen sus canciones. Alterna la toma de las fotografías y la venta de los C.D. de lo cual deriva su sustento y el de su familia. “De vez en cuando los hijos del Cacique me cuadran”, pero él afirma, que no cuida la tumba esperando recompensa económica, sino como un gesto de gratitud con “el más grande de todos”, como él llama a Diomedes.